La nutrición no está al margen de modas o tendencias. Por ejemplo, cada cierto tiempo vemos cómo “métodos específicos” son puestos en práctica por muchas personas con el principal objetivo de bajar de peso, sin importar las consecuencias que esto podría generar en su salud, más allá de que se concrete o no la pérdida de kilos. 

En general se tratan de modas sin bases o sustentos científicos que las avalen, sin embargo, eso puede parecer irrelevante para un segmento de personas que ponen todos sus esfuerzos y atención solo en lo que marca la pesa.

En general, este tipo de modas tienen algunos denominadores en común: restringen o prohíben el consumo de ciertos alimentos y dan la libertad de consumir a destajo otros, o bien se centran en un período muy acotado de tiempo. Precisamente, estos ejemplos van en el sentido contrario de lo que debería tener una alimentación adecuada. 

La idea no es estigmatizar todas las tendencias o métodos que estén de moda, tan solo por estar en contra de ellos. De hecho, es bueno estar al tanto y conocer de qué se tratan, informarse y así tomar decisiones que vayan en beneficio de nuestra salud. 

Desde hace un tiempo se viene hablando de una tendencia denominada “real fooding”. Su nombre en inglés nos da pistas de lo que se trata y, tal como es de suponer, consiste en el hábito de consumir alimentos lo más naturales (reales) posible, sin que hayan sido procesados, o en caso de que lo estén, idealmente en una proporción mínima. 

Quienes están masificando esta tendencia se encargan de destacar todos los atributos positivos que tienen los alimentos “naturales” para nuestra salud. Por otra parte, intentan cambiar la perspectiva de cómo vemos lo que comemos a diario, para que las personas sean conscientes de que lo que ingieren son alimentos y no meramente carbohidratos, proteínas, grasas, azúcares, etc. 

Para los “real fooders”, esta mirada nos permite ver con mayor claridad qué nos alimenta de verdad y qué no, haciendo la distinción entre aquellos “reales” (los que son beneficiosos para la salud), de los ultraprocesados (los que debemos disminuir o suprimir en nuestro consumo diario).

En ese sentido, el “real fooding” funciona bajo la lógica de la información, ya que en diversas publicaciones de promotores de esta tendencia, hacen explícito qué alimentos preferir. O dicho de otra manera, cuáles entran en la categoría de comida real.

Entre ellos encontramos: frutas y verduras, legumbres, frutos secos, pescados y mariscos, huevos, café, hierbas y semillas, entre otros.

Mirando el listado de alimentos, podemos sacar algunas conclusiones, por ejemplo, que no se excluyen las carnes, por lo tanto se desmarca de una dieta vegetariana o vegana. 

Ya vimos qué tipo de alimentos se promueven en una alimentación “real”. Son variados en cuanto a su origen (animal y vegetal), y también en su agrupación: hay semillas, carne, frutas, etc. Si vemos el lado contrario, ¿cuáles son los alimentos que están fuera de la clasificación de “reales”? La respuesta por parte de los real fooders es categórica: los ultraprocesados.

Entre ellos están: bebidas y lácteos con azúcar añadida, frituras, embutidos, pasteles, helados, alimentos precocidos, pescados procesados, jugos envasados, etc. En resumen alimentos envasados y procesados, los que, gran parte de la población consume a diario y en grandes cantidades. 

Como hemos visto, esta tendencia puede tener aspectos positivos, considerando que promueven el consumo de una amplia variedad de alimentos, todos ellos de origen natural. Sin embargo, la idea siempre es tener cuidado con la prohibición o estigmatización de ciertos productos.

La idea es estar bien informados de los “pro” y los “contra” de cada tendencia, moda, grupo alimentos o comidas. Cada persona tiene necesidades particulares, por lo tanto no se puede extrapolar las necesidades de un sujeto en particular.