Por sus múltiples beneficios para la
salud, cada vez más familias están optando por el vegetarianismo como estilo de
alimentación. Pero, por encontrarse en una etapa crítica de su desarrollo,
surge la pregunta de si una dieta de este tipo es adecuada para niños menores
de 2 años.
Nuestras especialistas coinciden en
que sí, siempre y cuando sea bien diseñada y planificada para las necesidades
del niño, y se efectúe bajo la supervisión de un especialista en nutrición,
asegurándose así que en la alimentación del bebé no falte ningún nutriente
esencial, lo que podría afectar seriamente su desarrollo físico y mental.
La más recomendada por los médicos para
esta etapa es la dieta ovolacto–vegetariana, que además incluye el huevo y la
leche, ya que estos son una fuente de proteína vital en la fase de crecimiento
y desarrollo del infante, en los cuales podemos encontrar aporte de la vitamina
B12.
¿Cómo comenzar?
A partir de los 6 meses de edad empieza
la etapa de alimentación complementaria, en la cual se comienzan a introducir
gradualmente alimentos sólidos, acompañando la lactancia materna o fórmula.
Si los padres han decidido que su pequeño
tenga una dieta vegetariana, se siguen las mismas pautas que los niños que
tienen una dieta omnívora. Manteniendo la leche materna o fórmula como principal
fuente nutricional del bebé, se van ofreciendo de forma progresiva los diferentes
tipos de alimentos, siempre atentos a cualquier reacción de intolerancia.
En este periodo, como el bebé se
encuentra en crecimiento constante, sus necesidades nutricionales están
enfocadas a su pleno desarrollo, requerimientos que deben ser cubiertos con un
amplio grupo de alimentos, preocupándose de que no falte ningún nutriente
esencial en su dieta. En este marco, lo ideal es que el niño sea controlado regularmente
por su nutricionista.
A continuación te contamos cuáles son
los nutrientes esenciales que deben estar presentes desde el comienzo en la
dieta de tu pequeño y en cuáles alimentos puedes encontrar cada uno.
1. Vitamina B12: El consumo de esta vitamina
es importantísimo, ya que promueve la síntesis de proteínas, la mantención del
sistema nervioso central y la formación de glóbulos rojos en la sangre.
Esta vitamina se puede obtener de los
productos lácteos y los huevos si se consumen regularmente. De todas formas, en
algunos casos se debe evaluar su suplementación.
La falta de la cantidad adecuada de
esta vitamina puede provocar falta de energía y anemia megaloblástica.
2. Calcio: Los pequeños tienen un alto
requerimiento de calcio ya que es fundamental para el desarrollo y mantención
de los huesos y dientes sanos y fuertes, entre otras funciones.
Una dieta baja en calcio para los más
pequeños puede traer como consecuencia graves trastornos como raquitismo, mayor
fragilidad en los huesos, deformidad ósea y una mayor posibilidad de sufrir
osteoporosis cuando adultos.
Junto con la lactancia materna, que
es una excelente fuente de calcio, este se puede obtener de la leche de vaca y
productos lácteos, frutos secos, legumbres y verduras de la familia “coles”.
3. Vitamina D. Esta vitamina ayuda a la absorción
y el mantenimiento de los niveles de calcio en los huesos, por lo que es clave
para la buena salud del sistema óseo, favoreciendo la prevención de la
osteoporosis y raquitismo en la infancia. Además interviene en el buen
funcionamiento del sistema inmune y nervioso.
Nuestro cuerpo produce la vitamina D naturalmente
a través de la exposición al sol, encontrándose además en los productos
lácteos, huevos y algunos cereales.
4. Proteínas. Aportan cerca del 15% del valor
energético total diario, ayudando a fortalecer y mantener los huesos, los
músculos y la piel.
La leche materna o fórmula es una
buena fuente de proteínas, la cual se puede complementar con alimentos como
legumbres, cereales, frutos secos, aceites vegetales, tofu y palta.
5. Hierro: Es uno de los minerales esenciales
para el buen desarrollo y funcionamiento del cuerpo. Es clave en la producción
de hemoglobina, proteína que lleva el oxígeno a los diferentes órganos a través
de la sangre.
Se encuentra en legumbres, cereales
integrales, frutos secos y semillas, y vegetales de hoja verde. Para su mejor
absorción por el organismo, se recomienda consumirlo junto a alimentos ricos en
vitamina C.
6. Grasas: Las grasas esenciales son muy
importantes en la alimentación infantil, encontrándose en los frutos secos, semillas,
paltas y aceite de oliva.
Una dieta ovolacto–vegetariana
adecuadamente planificada es completamente saludable y puede proporcionar todos
los nutrientes necesarios para el crecimiento infantil, promoviendo una buena
salud a largo plazo y la prevención de ciertas enfermedades.
El consumir alimentos de mejor
calidad nutricional y tener una mayor ingesta de fibra por el alto consumo de productos
de origen vegetal favorece la digestión, evitando problemas como estreñimiento
y gases al ser acompañado con la cantidad de agua que cada uno necesita, además
de promover un adecuado funcionamiento del intestino y sistema inmune. Junto a
ello, el ingerir menos grasas saturadas, que se encuentran en productos
animales, ayuda a prevenir trastornos crónicos degenerativos como las enfermedades
cardiovasculares, la diabetes, la osteoporosis, la obesidad e incluso algunos
tipos de cáncer.
Por todas estas
ventajas, la dieta vegetariana se convierte en una excelente opción para toda
la familia, siempre cuidando el equilibrio nutricional de la alimentación.