El “mundo de las dietas” es muy amplio y diverso. Hay algunas que se ponen de moda cada cierto tiempo por sus resultados “milagrosos”, pero en algunos casos carecen de respaldo científico que las avale y en vez de beneficiarnos, terminan perjudicándonos. O bien, por mucho que esté de moda y sea efectiva, simplemente no se trata de la dieta adecuada para ti.
Hay dietas que se han hecho conocidas porque pueden tener efectos positivos para la salud de las personas que padecen algún tipo de enfermedad en particular, como es el caso de la dieta cetogénica, que es usada para tratar a niños con epilepsia refractaria. Es decir, aquella que no ha podido ser controlada a través de medicamentos.
El origen de esta dieta no está del todo clara, pero un caso que popularizó este método ocurrió en los 90’s en Baltimore, Estados Unidos. El doctor John Freeman del hospital Johns Hopkins recomendó a una familia seguir la dieta cateogénica a su hijo, quien sufría de severos ataques de epilepsia. El resultado dejó asombrado a todos: al cabo de un tiempo, el niño disminuyó considerablemente los episodios de epilepsia.
En qué consiste la dieta cetogénica
Con una dieta tradicional, la ingesta de carbohidratos debería ser la suficiente como para que el organismo pueda recurrir a ellos como primera fuente de energía. Sin embargo, la dieta cetogénica contempla una alta ingesta de grasas y bajo consumo de carbohidratos.
El efecto que genera es que el organismo recurre en primera instancia a las reservas de grasa como fuente de energía. De esta manera, al romper las grasas, se liberan los cuerpos cetónicos, que se utilizan como fuente de energía y que es lo que aparentemente ayudaría a la mejora de algunos pacientes con epilepsia. Tal como ocurrió con el pequeño niño de Baltimore, en los años 90’s.
Hoy en día es un método al cual las familias recurren como alternativa para ayudar a sus hijos. Desde luego que para llevarlo a cabo es necesario consultar con especialistas, que puedan crear el régimen alimentario adecuado, según las condiciones de cada paciente y en un ambiente clinicamente seguro (primera etapa en general se realiza con los niños hospitalizados)
La dieta en pacientes “sanos”
Es posible que esta dieta también se haya hecho popular por la eficacia que tiene para bajar de peso. Es más, muchas personas la llevan a cabo sin ser pacientes que padecen epilepsia, porque efectivamente se puede realizar sin sufrir esta enfermedad.
Hay investigaciones que señalan que dietas basadas en bajas cantidades de carbohidratos producen una pérdida de peso más rápida a corto plazo, en comparación a las que restringen grasas.
De hecho, la dieta cetogénica debe contener alimentos cuyos niveles de grasa sean elevados, lo que permitiría comer preparaciones con cremas, mayonesa, queso, mantequilla e incluso carnes procesadas.
Precisamente por esto último es que tiene asociado un cierto nivel de riesgo, ya que las personas al seguir esta pauta, tienden a comer proteínas y grasas de mala calidad, dejando de lado frutas y verduras. Es por eso que los especialistas, en caso de recomendarla, lo hacen solo por períodos breves de tiempo y considerando también la calidad de los alimentos que se consumen.
Como siempre el llamado es a asesorarse con un especialista, ya que es la única forma de llevar a cabo esta u otra dieta de manera exitosa. A fin de cuentas, el bienestar debe ser el principal objetivo de la mano con una alimentación adecuada.