Estamos inmersos en una sociedad en la que comer alimentos procesados es más accesible que consumir frutas y verduras. El consumo de comida chatarra y envasada va en aumento. Esto supone un gran problema para quienes consumen en exceso estos alimentos industriales, dado que pueden ocasionar daños irreparables en su salud.
La producción de este tipo de comida perjudica directamente al planeta y a su biodiversidad. En los años 80’s nace un movimiento social en Italia llamado Slow Food.
¿Qué es el Slow Food?
Este movimiento revaloriza la alimentación sana y natural, respetando el medio ambiente. Busca contrarrestar la ingesta de comida rápida, y contribuye a concientizar a las personas sobre cada bocado que llevan a su boca, dándole importancia al origen y forma de producción de ese alimento.
Estos son los tres pilares fundamentales de la práctica correcta del Slow Food.
Los alimentos deben ser:
Buenos: de calidad, sabrosos y saludables.
Limpios: su producción no debe dañar el medio ambiente, la biodiversidad, y la salud humana.
Justos: se les da valor a las condiciones de trabajo y salarios de sus productores.
El nombre Slow Food se traduce al español como “comida lenta”. Es el significado y la práctica opuesta al de fast food, o comida rápida.
El término fue acuñado por el italiano Carlo Petrini. Se creó posterior a la manifestación que protagonizaron un grupo de activistas en Roma en 1986, dada su insatisfacción por la instalación de un local de Mc Donald’s en un barrio de comida tradicional italiana.
Esta molestia no solo afectaba a Italia, puesto que las multinacionales de comida rápida comenzaron a expandirse por todo el mundo. Es por esto que en 1989 este movimiento se internacionaliza en París.
Actualmente, las personas se han interesado en mejorar su calidad de vida. Por ello este concepto hoy adquiere más importancia. Este movimiento es de gran una ayuda para quienes quieran mejorar su alimentación siendo más conscientes con su entorno, y sustentables con el medio ambiente.