Por una serie de razones. Primero que todo
ayuda a regular el peso. Hacer tu primera comida hacia la mitad del día deja el
consumo de la mayor parte de las calorías ingeridas durante la tarde/noche, que
en general es cuando se gasta menos energía. Además, el hecho de saltarse el
desayuno pone a nuestro metabolismo en alerta, lo que genera un estado de
reserva energética en el que cualquier alimento ingerido se asimila mucho más.
Muchos estudios demuestran que aquellos que
toman desayuno, comen menos durante el día, de hecho en el registro nacional de
control de peso de EEUU, el grupo de personas que tomaban desayuno tenían un
promedio de peso significativamente menor que aquellos que no lo hacían.
Por otra parte, durante el periodo de ayuno
nocturno, el cuerpo usa las reservas energéticas para mantener sus funciones,
por lo que en la mañana nos encontramos en un estado de depleción o vacío
energético, el cual, si no es compensado con alimentos, genera más fatiga,
menor concentración, coordinación y productividad.