En nuestra cultura usamos el concepto de “maña” para describir a los niños que no comen cierto tipo de alimentos o que aceptan comer, pero en muy bajas cantidades o porciones.
Si bien es cierto que para los más pequeños comer representa todo un proceso de aprendizaje, en el cual van teniendo preferencias por ciertas comidas o alimentos, hay un porcentaje de ellos a los que se les hace casi imposible tolerar la comida.
Este fenómeno es un trastorno reconocido e incorporado recientemente en el manual de la Asociación de Psiquiatría Americana, y se le denomina ARFID: trastorno de evitación o restricción de la ingesta de alimentos (en su traducción de las siglas al español).
Se trata de un desorden alimentario, que afecta principalmente a niños de entre 8 a 13 años, y que se manifiesta en el desinterés en determinados alimentos, a los que el niño rechaza por sus características sensoriales (textura, olores o color), o bien porque creen que al comerlos, podrían producirles consecuencias negativas.
Cómo distinguir el ARFID de otros estados
Debido a su descripción, ahora es posible entender por qué este trastorno puede ser confundido con una simple “maña”. Además, por las características que componen al ARFID, también se le puede asociar a otros trastornos, como la anorexia o bulimia, sin embargo, todos ellos son desórdenes alimenticios distintos.
Para distinguir el ARFID de la “maña”, anorexia o bulimia, es necesario poner atención en puntos que son clave. Por ejemplo, el trastorno de evitación o restricción de la ingesta de alimentos es una situación que se desarrolla de manera sostenida en el tiempo, por lo tanto es posible apreciar en los niños una pérdida de peso importante.
Otra de las características de los pacientes que padecen ARFID, es que son más jóvenes en comparación con aquellos que padecen anorexia o bulimia. También hay una proporción más homogénea entre hombres y mujeres que padecen ARFID y además sus “preocupaciones” o miedos no se centran en subir de peso.
Por otra parte, en algunos casos los pacientes con ARFID tienen también asociados otros trastornos, como por ejemplo cuadros de ansiedad.
Consecuencias del ARFID
Un niño que padece este síndrome está susceptible a sufrir diversas consecuencias y en los más diversos ámbitos. El más evidente tiene relación con los problemas en su normal desarrollo y alteraciones psicosociales, debido a su alimentación con deficiencias nutricionales.
Otro caso común, se da cuando el adolescente comienza a reducir la variedad de alimentos que ingiere, lo que podría alterar ciertos índices de nutrientes en el paciente, y va en desmedro de una alimentación variada y balanceada, que como sabemos, es el escenario más óptimo para las personas.
Incluso, en casos extremos, se hace necesario hospitalizar a los pacientes para nutrirlos a través de sondas y evitar así riesgos de sufrir anemias, fatiga o hasta pérdida de densidad ósea.
Por otra parte, esta situación representa un desafío para los padres, por su dificultad en el manejo de este trastorno. Muchas veces se generan discusiones en torno a la alimentación del niño, cuando aún el trastorno no ha sido detectado y tratado por profesionales.
Es por eso que se debe poner mucha atención al comportamiento de niños y adolescentes en su alimentación. Como padres, hay que ser observadores y cuidadosos al momento de enfrentar la situación, y ante cualquier duda o indicio de este u otro tipo de trastorno alimenticio similar, siempre la recomendación será acudir a un especialista para evaluar la situación de manera profesional y especializada.