Si bien el conjunto de alimentos que ingerimos a diario (aquello que conocemos como “la dieta”) es un pilar fundamental en nuestra salud, también hay que considerar que hay factores “externos” que influyen en alcanzar una composición corporal que nos corresponde de acuerdo a nuestra edad, contextura y sexo.
Entonces supongamos que la alimentación es adecuada, sin embargo, aún así no se logran los resultados “esperados” en cuanto a los cambios físicos.
¿En qué estamos fallando? No hay solo una respuesta, dado que son múltiples los factores que pueden influir y a continuación vamos a describir algunos de los más importantes.
Falta de actividad física
La buena alimentación debe estar acompañada de actividad física. Lo ideal es ejercitar al menos 3 veces por semana para mantenernos saludables, para que la dieta sea complementada de forma adecuada.
No dormir lo suficiente
Es posible que hayas escuchado que la falta de sueño incide en el peso, y efectivamente así es, ya que el insomnio estimula las hormonas que aumentan el apetito. Por otra parte, si no descansamos las horas que corresponde (entre 7 a 8 en un adulto), simplemente no tendremos el ánimo ni las ganas suficientes para hacer actividad física.
El estrés
Quienes sufren de estrés saben que es una situación que afecta en muchos ámbitos a nuestra salud. Se expresa a través de eventuales deterioros en el bienestar físico y mental, lo que impacta en el estilo de vida de la persona, entre ellos en el control del peso. Un ejemplo de esto es que el cortisol (la hormona que se asocia al aumento de peso), se libera en situaciones de permanente estrés y genera una inflamación crónica con alteraciones en el metabolismo, además de mayor probabilidad de comer cosas altas en calorías.
Factor emocional
En general, los momentos de inestabilidad emocional se relacionan con estrés y mayor consumo de alimentos calóricos. Sobre todo la falta de realciones sociales y la sensación de soledad.
Alteraciones hormonales
Desórdenes hormonales son frecuentes en mujeres e influyen directamente en la forma en que metabolizamos y almacenamos los nutrientes, además de las elecciones de alimentos que ingerimos. Por ejemplo alteraciones a nivel de hormonas tiroideas o falta de estrógeno en mujeres postmenopausicas.
Seguir una alimentación adecuada, sugerida y monitoreada por un especialista es lo óptimo. Una vez que ya dimos ese paso tenemos gran parte de la tarea hecha, sin embargo, si consideras que los resultados no se condicen con esa dieta, es bueno hacer un “doble check” verificar -nuevamente con un especialista- si es que hay algo más que podría tener incidencia.
Es probable que de esta situación descubramos que había algo de lo que no nos habíamos enterado y podemos estar a tiempo de darle una solución. Mantenerse saludable requiere de un bienestar íntegro, que parte desde una buena alimentación, pero también comprende otros aspectos igualmente importantes.