Además de su reconocido rol en la absorción del calcio, se han descubierto otras funciones de la vitamina D. Es más, está involucrada en una serie de procesos metabólicos con acciones fisiológicas en personas de todas las edades. Por lo mismo, hoy es considerada más una hormona que una vitamina. A continuación, te explicamos cómo evitar su déficit y cuál es su relevancia en nuestro organismo.
Por Dra. María José Kattan, Nutrióloga de Benefit
La vitamina D es esencial en el ser humano y cobra cada día más relevancia. Por ejemplo, cumple un rol fundamental en la respuesta inmune, en la proliferación y diferenciación celular y en la función muscular y el equilibrio. Históricamente, se definían los requerimientos de la vitamina D en base a la salud ósea con el objetivo de prevenir enfermedades como la osteomalacia, el raquitismo y la osteoporosis. Sin embargo, al evaluar el estado nutricional de la vitamina D a través de concentraciones séricas, se ha hecho evidente que su déficit es altamente prevalente en la población general y que, niveles séricos de vitamina D que antes eran considerados normales, hoy se han relacionado al desarrollo de enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple y la diabetes 1.
En nosotros, la vitamina D se forma principalmente en la piel por la acción de la luz solar, la cual representa aproximadamente el 80-90% de las necesidades del organismo. Basta con 5 a 15 minutos diarios de exposición al sol entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde en primavera, verano y otoño para cubrir todos los requerimientos diarios. El resto (10%) proviene de los alimentos que la contienen, como el pescado y la yema de huevo. Sin embargo, sus contenidos son variables.
Por este motivo, la leche, ciertos jugos, panes, yogures y quesos de Estados Unidos son enriquecidos con vitamina D. En el caso de Chile se fortifican algunos aceites, leches descremadas, mantequillas, los productos de los programas nacionales de alimentación complementaria y los cereales, de acuerdo con directrices dictadas por el Ministerio de Salud.
Déficit de vitamina D: ¿Cuáles son sus causas?
La deficiencia de vitamina D es altamente prevalente a nivel mundial. La causa más frecuente es la disminución de su producción en la piel por baja exposición solar. Los grupos de riesgo que sufren este tipo de déficit son los adultos mayores, las personas de piel oscura o raza negra y aquellos que usan bloqueadores solares o tienen baja exposición por el clima, la localización geográfica o la contaminación ambiental.
Otra causa de déficit es la menor absorción que ocurre en pacientes con malabsorción, como la enfermedad celiaca, y en quienes se realizaron cirugía bariátrica, especialmente bypass gástrico.
El aumento del catabolismo de vitamina D provocado por drogas como anticonvulsivantes y otros fármacos como inmunosupresores y terapia antirretroviral también son causantes de su déficit, al igual que el hipertiroidismo de cualquier origen y el uso de corticoides.
Otro factor relevante que merece especial mención es la obesidad, causa frecuente y conocida de deficiencia de vitamina D. Se ha visto que sus niveles circulantes están en correlación con el porcentaje de grasa corporal. Dado que la vitamina D es liposoluble (es decir, se disuelve en grasa), se generaría un gran secuestro de vitamina D y como consecuencia disminuiría su biodisponibilidad.
¿Y qué le ocurre al cuerpo en ese caso? No absorbe suficiente calcio, lo que provoca la disminución en la producción de hueso y daño a los tejidos óseos. En adultos mayores puede inducir debilidad de músculos proximales con mayor riesgo de caídas y fracturas, pero en algunos grupos de riesgo es aún mayor. La postmenopausia estaría incluida en una de estas situaciones de riesgo, al ser una etapa en la que muchas mujeres sufren una disminución paulatina de su masa ósea.
Vitamina D en el embarazo
Se ha sugerido que mantener adecuados niveles de vitamina D en el embarazo es de vital importancia para la salud esquelética y extra esquelética de la madre y del recién nacido. El déficit de vitamina D durante el este periodo se ha relacionado con efectos adversos durante la gestación, incluyendo la diabetes gestacional, el aumento del número de cesáreas y del riesgo de preclamsia. Por otra parte, los niveles de vitamina D del recién nacido dependen de los depósitos maternos y si están bajos podría asociarse a raquitismo, osteopenia, debilidad muscular, enfermedades cardíacas y mayor incidencia de infecciones durante la infancia.
Por último, y debido a su rol inmunoregulador, esta vitamina podría ser clave para combatir la hiperinflamación del COVID-19, generada por la tormenta de citoquinas que desencadena.
Es MUY IMPORTANTE señalar que, luego de diagnosticar un déficit de vitamina D, este debe ser corregido. Según el grado de deficiencia, se requerirá el uso de preparados o suplementos que contengan altas dosis de esta vitamina, los que pueden ser indicados para uso diario o semanal, continuo o intermitente y controlando posteriormente las concentraciones séricas de la misma.